Todas las entradas de: Enrike Garcia

18 de julio de 1936

18 de julio de 1936 en Zaragoza

¿Qué pudo ocurrir en las calles de Zaragoza el 18 de julio para que triunfase en golpe de estado fascista? ¿Dónde estaba “la perla del sindicalismo”, la ciudad de Ascaso y los Justicieros, la ciudad que en 1934 durante el Bienio Negro protagonizó la huelga general más larga de la historia de España?

Días antes del golpe de estado por las calles y despachos de las autoridades corrían los rumores del ruido de sables. El día 17 el gobernador civil sacó a las calles camiones de soldados en labores de orden público y se establecieron retenes en los principales centros oficiales. Las organizaciones sindicales organizaron patrullas de vigilancia para controlar el desarrollo de las acciones en los recintos militares.

Dos serían los protagonistas el día 18 con dos papeles muy diferentes, el Gobernador Civil Ángel Vera Coronel con su indefensión y el Gobernador Militar Miguel Cabanellas con su traición.

El día 18 militantes y obreros se concentraron ante la sede del gobierno civil para pedir armas; entre ellos los representantes de organizaciones del Frente Popular y de CNT con Miguel Chueca y Miguel Abos al frente de los libertarios. El miedo a la revolución social y a que la entrega de armas decantase a los militares hacia la opción golpista llevó a Vera a acatar las ordenes de Madrid de no entregar armas. La confianza en su amigo, masón y republicano, Caballenas de permanecer fiel a la República hizo el resto. La noche precediendo la proclamación del estado de guerra por Cabanellas, todos los cuarteles estuvieron rodeados por obreros de la CNT y de la UGT, absolutamente desarmados, esperando que las gestiones de socialistas y republicanos, dieran el resultado esperado y se les entregasen armas para defender el régimen republicano

Tras la dimisión del presidente Quiroga, responsable de la prohibición de repartir armas, y las noticias de la ocupación del Gobierno Civil en Pamplona por parte de los militares hizo cambiar de opinión a Vera que ordenó distribuir las armas de la Comisaria de Policía entre las organizaciones obreras. Parece que hay dudas de lo ocurrido, hay noticias que señalan que no se llegó a producir el reparto mientras otras confirman que los socialistas llegaron a cargar un camión con rifles antes de que los militares ocuparan la Comisaria.

18 de julio de 1936

Sobre las dos de la madrugada del domingo 19 de julio, Cabanellas, hasta poco defensor de la República, ordenó la salida de tropas para ocupar sitios estratégicos de la ciudad.  Una compañía militar recorrió las calles pregonando un bando de guerra, poco después Vera Coronel fue detenido (un año después sería asesinado). La Guardia de Asalto y la Guardia Civil desobedecieron las ordenes de las autoridades civiles y se sumaron al levantamiento. Desde ese momento se extendió por toda la ciudad una ola de detenciones, cacheos y ejecuciones. El general Nuñez Prado, enviado desde Madrid para intentar restablecer el orden legal, fue detenido y fusilado. La unidad y levantamiento de todas las fuerzas militares y policiales de la ciudad imposibilitó cualquier resquicio de resistencia. Los pocos opositores dentro de la escalafón militar serían detenidos y asesinados; teniente coronel Vicente Penado, Víctor Galán, Pablo Lasala… La militarización de organizaciones como Acción Ciudadana y Falange, desde el mismo día 18, y la llegada de más de dos mil requetés desde Pamplona el 24 de julio dieron paso a una brutal represión.

En los primeros instantes de la sublevación fascistas hubo pequeñas escaramuzas y tiroteos aislados en la zona del Ayuntamiento y la Diputación. El 19 de julio CNT y UGT convocaron una huelga general secundada mayoritariamente por la población que paralizó los servicios de limpieza, transporte, alumbrado, mataderos, cafés, bomberos…Cabanellas respondió con dureza  a los cuatro días; aplicación de la legislación del estado de guerra a los huelguistas, legalización de despidos y lista de esquiroles para suplirlos. Al mismo tiempo se militarizaron todos los servicios municipales.

En la prensa de la época que aún seguía autorizada, los derechistas Heraldo de Aragón y el Noticiero, se recogen algunos enfrentamientos y atentados por parte de grupos antifascistas. Los más graves en el barrio de Torrero entre el 19 y 25 de julio donde se registraron fuertes tiroteos y enfrentamientos, así como en la Madalena y Delicias. A partir de este día y con la llegada de los requetes navarros y la fuerte presencia militar que llenó las calles de una Zaragoza vacía la poca resistencia desapareció. Aún así hubo enfrentamientos esporádicos; en el barrio de las Delicias en agosto, tiroteo en el Ebro en septiembre entre resistentes y un patrulla de Acción Ciudadana, en octubre un tiroteo al intentar detener al anarquista Pedro Ferrer Sanz con el resultado de la muerte de tres anarquistas y un agente y la última referencia a resistencias armadas aparecen en noviembre en el barrio de San José.

El engaño y la traición de Cabanellas, el bloque sin fisuras de las fuerzas militares y civiles de la ciudad junto a la llegada de voluntarios fascistas desde Navarra imposibilitó la resistencia de la sociedad civil. Durante los siguientes meses y años la sangre de miles de zaragozanos y zaragozanas tiñó las calles de la ciudad y las tapias de cementerio de Torrero.

Los Hijos de la Noche

Los Hijos de la Noche era el nombre de los grupos de guerrilleros que actuaban durante la Guerra Civil tras las líneas enemigas. Uno de ellos estuvo dirigido por el anarquista, oriundo de Valderrobres, Juan Bautista, “Batiste”.

Desde su puesto de control en la localidad de Fuendetodos, recuperada a los fascistas, lanzó varias acciones para rescatar compañeros en peligro en la Zaragoza bajo control fascista.

En la primera de la que se tiene datos, armados con una pistola y munición abundante, con algunos víveres para elcamino, salieron el 10 de octubre de 1936 cuatro guerrilleros; eran las seis de la tarde. Siguieron por la carretera de Jaulín hasta el kilómetro 19, donde se cruza el camino que conduce al Túnel y a Cantera de Puebla de Alborton. De allí llegaron fácilmente al camino que va a Zaragoza. Sin mayores inconvenientes, al día siguiente a las dos de la tarde entraron en la ciudad, habiéndose retrasado por una lesión que se hizo incidentalmente uno de los guerrilleros.

Combinaron, antes de separarse, todos los detalles de organización interior y el lugar de reunión y hora para la salida. Había que entrevistarse con amigos y familiares, esconderse cada cual por su lado y moverse en una ciudad que era cuartel general de uno de los grandes centros de la insurrección militar, sembrado de espías, de delatores, de agentes de la reacción, de soldados. El día 14 a las siete y media de la tarde se reunieron en el lugar convenido 49 hombres del movimiento libertario de Zaragoza, más los cuatro organizadores de su fuga. Y el 15 de octubre a las siete de la mañana se presentaron todos en los parapetos de los milicianos antifascistas, rendidos de cansancio, pero felices.

En una segunda incursión fueron cinco los guerrilleros.Salieron de Fuendetodos a las siete de la tarde. Por la noche, en el lugar convenido, en un barrio popular, se encontraron los cinco expedicionarios con la consiguiente alegría de verse todos con vida tras las vicisitudes de un viaje cargado de problemas ya que uno de los guerrilleros se tuvo que quedar rezagado por resentirse de una herida en el pie de la anterior incursión.

El 25 de octubre salió la tercera caravana, con 44 compañeros, que llegaron a los parapetos de Fuendetodos al día, siguiente, renovándose las consiguientes escenas de júbilo, los abrazos a los recién llegados, las noticias sobre los que quedaban, y el firme deseo de hacer todo lo posible por salvarles también.

Aprovechando las fiestas de Navidad, se organizó otra expedición de salvamento a Zaragoza. La niebla helada favorecía la ocultación, pero hacía penosa la marcha. En 14 horas de camino no pudieron descansar los expedicionarios, para que la humedad de la ropa no se les congelara e hiciese más dificultoso el viaje. En una casa amiga a la entrada de la ciudad repusieron las fuerzas, secaron la ropa y descansaron, con la triste noticia de que la víspera habían sido fusilados 105 compañeros presos, entre ellos mujeres de todas las edades —un homenaje del catolicísimo movimiento militar a la paz de España.

«En Zaragoza — escribía uno de los expedicionarios — no había aquella Nochebuena de años anteriores en la cual la camaradería del carácter aragonés se manifestaba ampliamente… La alegría se había retirado ante el llanto de los familiares de las víctimas».

El servicio de enlaces montado en la ciudad trabajaba sin descanso para preparar la nueva salida. Además se recogían informes de carácter militar, fuerzas, su situación, mandos, etc. La audacia pasaba los limites necesarios. Recorrieron los guerrilleros la ciudad durante la noche para comprobar los informes recibidos, con una mano en el puño de la pistola, y la otra pronta a sacar las bombas de mano. Ninguno habría de caer vivo. El frío de la noche de diciembre permitía cubrirse la cara sin llamar la atención.

En el Arco Ginegio, en el bar de la Viuda de Domingo, el centro de la ciudad, fueron dejados sobre un velador cinco ejemplares diferentes de Solidaridad Obrera, que produjo una intensa investigación por parte de las autoridades militares y civiles.

Era grave el síntoma, pues no sin cómplices diversos podían encontrarse ejemplares del diario revolucionario de Barcelona en un café del pleno centro de Zaragoza. El 29 de diciembre, en el Barranco de la Muerte, se encontró a punto la nueva expedición: 35 personas. Iban algunas mujeres con hijos pequeños, iba también un anciano de 72 años, de Izquierda republicana. Era una responsabilidad muy grande llevar gente de resistencia física tan mermada.  Hubo que dividir a la gente, dejando a una parte para el día siguiente en una paridera del trayecto, para no correr el riesgo de fracasar del todo. Los más fuertes siguieron viaje y llegaron a su destino a las nueve de la mañana del día próximo. Los expertos tenían que regresar por la tarde a buscar a los que quedaban a mitad de camino, en la mayor inseguridad sobre su porvenir, porque si ocurría algo a la primera expedición, todos estaban condenados a morir. Pero era poco eso; había que volver urgentemente a Zaragoza y salvar un mayor contingente. La policía y la Falange andaban sobre la pista de algunos que estaban todavía ocultos y era preciso llegar a tiempo para rescatarlos.

Uno de los expedicionarios regresó con la parte del contingente dejado a mitad del camino la noche anterior, sin comer ni beber, en medio del tormento de la espera y del peligro constante. Los otros siguieron a Zaragoza, en busca de más personas en peligro y de familiares. Otros 44 rescatados llegaron a las líneas populares, el primero de enero de 1937.

La expedición más importante por su número, más de cien personas, entre ellas mujeres y niños, fue hecha en la primera mitad de enero de 1937. Fue preparada, con todo detalle. Fueron elegidos algunos jóvenes a quienes se vistió de falangistas y de soldados para circular con más libertad en Zaragoza y cooperar en los trabajos consiguientes, secundando a los que hacían esas tareas con anterioridad. A una hora determinada saldría de Fuendetodos una expedición de auxilio, con mulas, agua y víveres, para encontrarse a mitad de camino con los que llegarían de Zaragoza. Al frente de esta expedición de auxilio iba «Cucalón», con un fusil ametrallador y buena dotación para un caso de emergencia. Las autoridades enemigas sabían algo, aunque nada de concreto, y habían redoblado la vigilancia y el patrullaje. Alguno de los nuevos enlaces tuvo contratiempos y malogró algunas medidas previstas. Sin embargo, a la hora convenida se encontraron listos, donde se les había indicado, 108 hombres, mujeres y niños. Las bocacalles de la salida habían sido tomadas por guerrilleros simulados entre la gente del barrio, con pistolas y bombas de mano. La expedición se puso en marcha por el camino de las canteras hasta las Planas de María. En ese lugar apareció una patrulla de falangistas. Se ordenó a la expedición que echase cuerpo a tierra, y los guerrilleros, desplegados, se dispusieron a afrontar la lucha inminente. Se ordenó que nadie disparase un tiro hasta que el primero saliera de los falangistas. ¡Podían ser compañeros! El movimiento de defensa y ofensa se hizo con tal precisión, con tanta disciplina, con tanto arrojo que los falangistas se replegaron, ganaron un bosque próximo y emprendieron una fuga veloz. La expedición siguió su marcha y al poco rato tropezó con los auxilios que llegaban con cinco mulos.

Una nueva expedición de Batiste fue aún más sorprendente, después de hacer una labor de recogida de información salió de Zaragoza con trajes falangistas, moneda franquista y hasta escapularios. No fueron los fascistas los que detuvieron al líder del grupo guerrillero que se infiltraba en la ciudad fueron las tropas comunistas de Lister, era el verano del 37 y los comunistas habían disuelto el Consejo de Aragón; Batiste ya había tenido varios encontronazos con Lister.

La facilidad con la que los guerrilleros anarquistas entraban en Zaragoza `para funciones de espionaje y de evacuación de militantes era, para los anarquistas, una prueba de la endeble defensa de la ciudad y de la facilidad de dar un golpe de mano para recuperarla. Nunca entendieron la negativa del gobierno republicano a intentarlo hasta que ya fue demasiado tarde. Para Batiste la razón era la negativa de dar a las milicias anarquistas la oportunidad de apuntarse en tanto de recuperar Zaragoza.

Los Hijos de la Noche eran grupos de guerrilleros antifascistas que actuaron tras las líneas enemigas por todo el territorio. Batiste y su grupo son solo un ejemplo del trabajo que realizaban estos grupos.

Las Solidarias

Los grupos de afinidad anarquistas creados para luchar contra la represión estatal y la represión paramilitar del Sindicato Libre no estaban solo creados por hombres como parece ser según las páginas de los libros de Historia, también las mujeres formaron parte de estos grupos, en concreto en el grupo más conocido como fue el de los Solidarios también hubo mujeres como Juliana, María Rios, Pepita Not…que lucharon y se organizaron como sus compañeros. Seguir leyendo Las Solidarias

Teresa Claramunt

Teresa es una de las grandes figuras del anarquismo, su familia era de Barbastro y debido a la movilidad laboral ella nació en Sabadell, aunque volvió muy joven a Barbastro para volver más tarde a Barcelona. Su vida cabalgó entre Cataluña y Aragón. Tras la Semana Trágica de Barcelona fue expulsada a Huesca y tras un tiempo se instalará en Zaragoza, en casa de J. Dalmau en el nº 14-16 de Paseo Pamplona, donde se implicará en la vida anarquista de la ciudad. Seguir leyendo Teresa Claramunt