¿Qué pudo ocurrir en las calles de Zaragoza el 18 de julio para que triunfase en golpe de estado fascista? ¿Dónde estaba “la perla del sindicalismo”, la ciudad de Ascaso y los Justicieros, la ciudad que en 1934 durante el Bienio Negro protagonizó la huelga general más larga de la historia de España?
Días antes del golpe de estado por las calles y despachos de las autoridades corrían los rumores del ruido de sables. El día 17 el gobernador civil sacó a las calles camiones de soldados en labores de orden público y se establecieron retenes en los principales centros oficiales. Las organizaciones sindicales organizaron patrullas de vigilancia para controlar el desarrollo de las acciones en los recintos militares.
Dos serían los protagonistas el día 18 con dos papeles muy diferentes, el Gobernador Civil Ángel Vera Coronel con su indefensión y el Gobernador Militar Miguel Cabanellas con su traición.
El día 18 militantes y obreros se concentraron ante la sede del gobierno civil para pedir armas; entre ellos los representantes de organizaciones del Frente Popular y de CNT con Miguel Chueca y Miguel Abos al frente de los libertarios. El miedo a la revolución social y a que la entrega de armas decantase a los militares hacia la opción golpista llevó a Vera a acatar las ordenes de Madrid de no entregar armas. La confianza en su amigo, masón y republicano, Caballenas de permanecer fiel a la República hizo el resto. La noche precediendo la proclamación del estado de guerra por Cabanellas, todos los cuarteles estuvieron rodeados por obreros de la CNT y de la UGT, absolutamente desarmados, esperando que las gestiones de socialistas y republicanos, dieran el resultado esperado y se les entregasen armas para defender el régimen republicano
Tras la dimisión del presidente Quiroga, responsable de la prohibición de repartir armas, y las noticias de la ocupación del Gobierno Civil en Pamplona por parte de los militares hizo cambiar de opinión a Vera que ordenó distribuir las armas de la Comisaria de Policía entre las organizaciones obreras. Parece que hay dudas de lo ocurrido, hay noticias que señalan que no se llegó a producir el reparto mientras otras confirman que los socialistas llegaron a cargar un camión con rifles antes de que los militares ocuparan la Comisaria.
Sobre las dos de la madrugada del domingo 19 de julio, Cabanellas, hasta poco defensor de la República, ordenó la salida de tropas para ocupar sitios estratégicos de la ciudad. Una compañía militar recorrió las calles pregonando un bando de guerra, poco después Vera Coronel fue detenido (un año después sería asesinado). La Guardia de Asalto y la Guardia Civil desobedecieron las ordenes de las autoridades civiles y se sumaron al levantamiento. Desde ese momento se extendió por toda la ciudad una ola de detenciones, cacheos y ejecuciones. El general Nuñez Prado, enviado desde Madrid para intentar restablecer el orden legal, fue detenido y fusilado. La unidad y levantamiento de todas las fuerzas militares y policiales de la ciudad imposibilitó cualquier resquicio de resistencia. Los pocos opositores dentro de la escalafón militar serían detenidos y asesinados; teniente coronel Vicente Penado, Víctor Galán, Pablo Lasala… La militarización de organizaciones como Acción Ciudadana y Falange, desde el mismo día 18, y la llegada de más de dos mil requetés desde Pamplona el 24 de julio dieron paso a una brutal represión.
En los primeros instantes de la sublevación fascistas hubo pequeñas escaramuzas y tiroteos aislados en la zona del Ayuntamiento y la Diputación. El 19 de julio CNT y UGT convocaron una huelga general secundada mayoritariamente por la población que paralizó los servicios de limpieza, transporte, alumbrado, mataderos, cafés, bomberos…Cabanellas respondió con dureza a los cuatro días; aplicación de la legislación del estado de guerra a los huelguistas, legalización de despidos y lista de esquiroles para suplirlos. Al mismo tiempo se militarizaron todos los servicios municipales.
En la prensa de la época que aún seguía autorizada, los derechistas Heraldo de Aragón y el Noticiero, se recogen algunos enfrentamientos y atentados por parte de grupos antifascistas. Los más graves en el barrio de Torrero entre el 19 y 25 de julio donde se registraron fuertes tiroteos y enfrentamientos, así como en la Madalena y Delicias. A partir de este día y con la llegada de los requetes navarros y la fuerte presencia militar que llenó las calles de una Zaragoza vacía la poca resistencia desapareció. Aún así hubo enfrentamientos esporádicos; en el barrio de las Delicias en agosto, tiroteo en el Ebro en septiembre entre resistentes y un patrulla de Acción Ciudadana, en octubre un tiroteo al intentar detener al anarquista Pedro Ferrer Sanz con el resultado de la muerte de tres anarquistas y un agente y la última referencia a resistencias armadas aparecen en noviembre en el barrio de San José.
El engaño y la traición de Cabanellas, el bloque sin fisuras de las fuerzas militares y civiles de la ciudad junto a la llegada de voluntarios fascistas desde Navarra imposibilitó la resistencia de la sociedad civil. Durante los siguientes meses y años la sangre de miles de zaragozanos y zaragozanas tiñó las calles de la ciudad y las tapias de cementerio de Torrero.